La resaca de las vacaciones de verano deja una clave económica: los servicios asociados al ocio y el turismo se han encarecido muy por encima de la media de este siglo, previa a la crisis de precios y a la reapertura de la economía. Así, el boom turístico en la temporada alta ha frenado la tendencia de reducción de la tasa de inflación subyacente, el índice que excluye para su cálculo la energía y los alimentos sin elaborar, que ha vuelto a cotas del 6%. Con todo, el Banco de España espera que la variación media de la inflación subyacente sea del 4% este año.
Las vacaciones más caras de la historia quedan reflejadas en un cuadro del Banco de España referente al último informe trimestral. Esencialmente, el ritmo de subidas de precios de los paquetes turísticos, los restaurantes y los bares suponen la mitad del exceso de precios en 2023 medida como la diferencia entre la inflación observada y la inflación promedio entre los años 2000 y 2019, año de referencia antes del impacto del Covid.
Tal y como se observa en la gráfica, el aporte de estos dos componentes al exceso de inflación subyacente ha sido intenso en el último año y medio, lo cual podría asociarse, al menos en parte, a la recuperación de la demanda en los sectores de servicios relacionados al ocio.
Al tomar de referencia el mes de tradicional para las vacaciones, agosto, se observa un descomunal aporte del ocio a la inflación. Por poner en contexto, reservar un alojamiento, contratar un coche alquiler o servicios similares dentro de paquetes de viajes ha registrado subidas de precios siete veces mayores a lo habitual entre el año 2000 y 2019, un 22,2% en agosto de 2023 frente al 3,1% de media este siglo hasta la pandemia. Este componente ha sido el que más ha contribuido al exceso de inflación durante los meses de verano.
También el incremento de los precios del componente de restaurantes y bares ha subido al doble de ritmo, aumentando un 6,5%, cuando la subida promedio entre 2000 y 2019 fue del 2,7%. De hecho, lo que el Instituto Nacional de Estadística engloba como Turismo y Hostelería es casi un 9% más caro que hace un año, la tasa más elevada sin contar a los alimentos.
En la labor para apagar la llama de la inflación también es importante tener en cuneta el peso de las actividades asociadas al ocio y el turismo. En el caso de los paquetes turísticos y bares y restaurantes, su peso relativo dentro de la inflación subyacente es muy importante (aproximadamente el 20% de la inflación subyacente). Debido a este peso sobre el IPC subyacente, la variación tan alta registrada este verano supone un ancla para la bajada del núcleo de los precios.
Indicador clave para el BCE
En verano, las actas del Banco Central Europeo (BCE) repasaron los distintos indicadores de inflación en su vigilancia de los precios. Precisamente la inflación de los servicios no ha mostrado descensos tan profundos como la energía o los bienes, lo que preocupaba a la institución presidida por Christine Lagarde. En España, tal y como se puede observar, los servicios relativos al turismo y al ocio no han hecho más que aumentar durante la temporada estival, aunque el banco central español no ha encendido las alarmas.
Pese a la pérdida de poder adquisitivo para hacer frente a estas vacaciones, la contabilidad nacional explica que el PIB español se está sosteniendo en buena parte por el buen comportamiento de los servicios vinculados a la hostelería y el turismo, que han seguido experimentando una demanda muy elevada durante el verano, explica el Banco de España, pese a que el coste generalizado de la vida y del tiempo libre es sustancialmente más caro que antes de la pandemia.
Fuente: El Economista