España resbala con el aceite. El mayor productor del mundo está sufriendo un desplome de las exportaciones del 35% en el acumulado hasta el mes julio respecto a la media de los siete primeros meses de años anteriores. Aunque los precios se han disparado, según explican en el sector el problema no está tanto en el coste como en la falta de producto.
Si hace solo dos años los olivares españoles llegaron a concentrar más de un tercio de toda la producción mundial -hace diez años llegaron a representar incluso la mitad- ahora la situación es completamente distinta. Salvo casos excepcionales, como el de Turquía o Grecia, que han aumentado su cosecha, todos los demás países productores han sufrido un recorte.
En España, la sequía y las prolongadas olas de calor han provocado que la última campaña se haya cerrado con una producción de tan solo 680.000 toneladas, la mitad de lo que es habitual y un 20% únicamente del aceite mundial.
La escasez es tal que incluso los grandes productores españoles, como Deoleo o Acesur, están compitiendo por comprar aceite más allá de nuestras fronteras para poder envasar. Y se está produciendo así un fenómeno inédito, con crecimientos puntuales algunos meses de hasta el 20% en la importación.
“Se está comprando aceite fuera para poder venderlo después al exterior“, explica Primitivo Fernández, director general de Anierac, la Asociación Nacional de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles. Y aún así, no solo caen las exportaciones, sino también el mercado interior.
Aunque el consumo en los hogares ha caído menos, de acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las ventas nacionales se han hundido hasta julio un 40% respecto al año pasado y un 35,9% respecto a la media de los últimos tres años.
Ante estos datos, el riesgo está en que España pueda quedarse fuera de los grandes mercados internacionales, algo que por ahora, sin embargo, no está pasando. Pedro Barato, presidente de la organización de agricultores Asaja, resalta, de hecho, que “salvo Turquía y Grecia, que han tenido muy buenas cosechas, todos los demás países productores están teniendo el mismo problema que España: la falta de producción como consecuencia de la sequía y una meteorología, en general, muy adversa“.
“Hace años países como Francia, Alemania o Reino Unido no consumían aceite de oliva y ahora lo están haciendo. Cuando la producción se recupere el consumo se normalizará“, insiste Barato, que apunta además al gran potencial existente a nivel internacional, con el foco puesto en países como China o Brasil.
Y en la misma línea se pronuncia también la industria envasadora. “Cuando ha habido subidas de precios y las ventas han caído, al final el consumidor siempre ha regresado. El aceite de oliva es un producto muy saludable”, insiste el director general de Anierac.
El precio en origen del aceite de oliva ha aumentado un 121% entre agosto de 2022 y agosto de 2023, según un informe elaborado por el sindicato agrario Coag. Pasó de pagarse en el campo a 3,7 euros por kilogramo a hacerlo a 8,18. En el supermercado, el consumidor está pagando por la botella de aceite un 52,2% más de media, es decir, que el producto se ha encarecido mucho más en el olivar que en las tiendas de comestibles.
De hecho, en general los precios suben anualmente mucho más en origen que en destino. En concreto, lo hacen un 18% entre agosto de 2022 y agosto 2023, en tanto que la inflación alimentaria fue del 10,5% el mes pasado.
Precios en origen
El aceite de oliva es, de hecho, con diferencia, el producto que más ha subido en el origen. El siguiente en la lista, la cebolla, “solo” se encareció un 77%, mientras que el ajo lo hizo un 63%; el pimiento rojo un 57,4%; el pimiento verde un 48%; el repollo un 37% y los huevos un 27%.
No obstante, algunos productos han roto la tendencia al alza generalizada e incluso han bajado de precio en origen en el último año, es el caso de las aceitunas de mesa, los calabacines, el melocotón, las nectarinas, la sandía o el plátano.
Con estos datos, parece claro que la distribución española ha contenido los precios del aceite de oliva, a pesar del informe publicado recientemente por Facua-Consumidores en Acción, en el que denunciaba que el aceite de oliva virgen extra había subido este año hasta 2,57 euros (antes de impuestos) más en los supermercados que en origen tomando con referencia la evolución de los precios de 18 marcas en seis grandes cadenas de distribución.
Esta organización asegura que el precio medio de la botella ha pasado de los 6,91 euros a comienzos de enero a los 10,34 euros registrados a inicios de septiembre.
Más allá de la causa, lo que está claro es que la subida de precios está provocando un hundimiento del consumo. En concreto, las ventas de aceite de oliva -incluyendo el virgen, virgen extra, suave e intenso- ascendieron a 170,6 millones de litros entre enero y agosto de este año, lo que supone un descenso del 17,3% respecto al mismo periodo del año anterior, según revelan los datos de la Asociación Nacional de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac) publicados este viernes.
Entre los tipos de aceite citados, únicamente experimentó un ligero crecimiento en el periodo el virgen, cuyas ventas crecieron un 12,8% en los primeros ocho meses del año, hasta los 20,3 millones de litros. Entre el resto, el virgen extra registró un descenso del 14,8%, el suave retrocedió un 26,6% y el intenso descendió un 19,5%.
El virgen extra es la categoría, en cualquier caso, que registra unas ventas mayores con un total de 72,85 millones de litros hasta agosto. Los aceites vegetales (girasol, semillas, soja y maíz), totalizaron 239,16 millones de litros vendidos en los ocho primeros meses del año, un 7,8% más que el ejercicio pasado, pero hay diferencias muy sustanciales entre unos tipos y otros.
Así, y a pesar de la caída de los precios, el aceite de girasol no está logrando ocupar el espacio que está dejando el de oliva debido a su encarecimiento. Los españoles están optando, en cambio, por la mezcla de semillas, que es el producto más barato existente en el mercado. Su consumo en lo que llevamos de año se ha incrementado un 60%. De hecho, sube hasta un 46% respecto a la media de los últimos ejercicios.
Crisis sin precedentes
Más allá de lo que pueda pasar con el consumo, lo que está claro, en cualquier caso, es que, como explican los analistas de la consultora Expense Reduction Analysts (ERA) el sector del aceite de oliva está sufriendo “una de las peores crisis” de las últimas décadas, que afecta tanto a los agricultores por las inclemencias climáticas y la caída de la producción como a los consumidores, por el aumento de precio.
ERA, que coincide con las tesis tanto de las organizaciones agrarias como de la patronal Anierac, y que utiliza datos la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), asegura que en la próxima cosecha habrá entre un 50% y un 60% menos de aceituna respecto a la media de los últimos años. La consultora recalca que la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas “han jugado un papel clave en la bajada de la producción”.
Para paliar esta coyuntura, ERA recomienda “una diversificación de proveedores y una optimización de la cadena de suministro“. El encarecimiento del aceite de oliva está fomentado la picaresca.
Así, la organización agraria UPA Andalucía reclamaba este jueves a la Junta que refuerce los controles y las inspecciones en el canal horeca para evitar la proliferación del uso de aceiteras rellenables en los establecimientos hoteleros, y que ha podido comprobar como “muchos bares y restaurantes están aprovechando la coyuntura actual de precios del aceite para dejar de adquirir este producto embotellado y utilizan aceiteras que llevan años prohibidas”.
Fuente: El Economista